Padre bueno, te damos gracias por el don de la vida, la familia y el trabajo.
Concédenos que por tu Hijo, Palabra y Pan que nos alimenta, que vivamos como hermanos y alcancemos la plenitud de la vida.
Que tu Espíritu nos impulse a vivir este don con alegría y a transformar nuestro corazón, haciéndolo misericordioso, abierto y atento a las necesidades de los demás, para hacer de nuestro Diezmo una ofrenda de amor a ti, a la Iglesia y a cuantos nos necesitan.
Santa María Santísima de Guadalupe mantén en nosotros el anhelo de construir el camino hacia la fraternidad.